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Muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de escuchar y
emplear palabras amorosas en el marco de nuestra familia, en la que
quizás no haya nadie capaz de escuchar. Así pues, incluso en el seno de
nuestra familia, nos sentimos muy solos. Entonces acudimos a un
terapeuta, esperando que sea capaz de escucharnos. Sin embargo, son
muchos los terapeutas que también albergan un gran sufrimiento
interno y que, en ocasiones, no pueden escuchar tan profundamente
como les gustaría. Por ello, si realmente amamos a alguien, tenemos
que aprender el arte de la escucha atenta.