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No se trata de quejarse, llorar, lamentarte o criticar todo lo que te disgusta. Se trata de abrir bien los ojos y ver. Observar con objetividad y distancia lo que sucede. Verás entonces que nada hay inamobible. Es suficiente con contemplar lo que te llega y a los seres con los que te relacionas con objetividad y compasión para darte cuenta de que no estás abocado a nada por que siempre puedes elegir.