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Lo habitual es que vayas por la vida como un automovilista que conduce de noche y no ve mas allá de lo que alumbran sus faros: su preocupación es no salirse de la carretera, no superar los límites de velocidad y no atropellar a nadie. Descubrir tu  tu faro interior, capaz de iluminarlo todo es semejante a lo que descubre ese conductor nocturno cuando se hace de día. Aparece ante él un mundo que ni siquiera podía imaginar.